¿Quién destapará el 15 de enero las botellas de champagne?
ESE EXQUISITO SABOR
A INCERTIDUMBRE
Dentro de la historia del periodismo se encuentra aquella anécdota del prestigiado comentarista internacional ya fallecido, José María Navasal, quien, frente a las cámaras de canal 13, dice “a mi no me gusta dar pronósticos, pero esta noche me atrevo a hacerlo. Mañana con seguridad los franceses elegirán a Valery Giscard D’Estaing”. Al sábado siguiente, debió disculparse, porque el triunfador fue Francois Miterrand.
La segunda vuelta chilena tiene, sin duda, ese exquisito sabor a incertidumbre. Resulta difícil apostar sobre quién destapará las botellas de champagne la noche del 15 de enero, porque en política nunca dos más dos son cuatro.
Esta campaña es corta en el tiempo, pero ambos comandos la sentirán mucho más larga. Deben evaluar diariamente para definir los pasos que darán los candidatos. Así, la primera semana favoreció a Piñera, esta segunda huele más a empate, aunque los resultados de la PSU, donde se profundizan aún más las diferencias entre la educación privada y la pública, pudieran afectar negativamente más a Michelle Bachelet.
Lo curioso pareciera ser que esta elección no se definirá por el candidato que tenga más aciertos durante la campaña, sino por el que cometa menos errores. Es que la primera semana fue negra para la candidata de la Concertación. Sin embargo, Sebastián Piñera tampoco supo capitalizar suficientemente bien los errores de su contrincante.
Después de los abrazos del 1 de enero de 2006, vendrá la artillería pesada entre ambos contendores. La infantería ya salió este sábado 17 con un puerta a puerta.
Entonces, la incertidumbre la tendremos instalada hasta el mismo domingo 15 de enero, cuando los electores chilenos, en la soledad de la cámara secreta, deban decidir entre la continuidad de la Concertación o apostar a un cambio representado por la Alianza.
Finalmente, ¡atención señores candidatos! Un dato: la clase media es la que definirá esta elección.
A INCERTIDUMBRE
Dentro de la historia del periodismo se encuentra aquella anécdota del prestigiado comentarista internacional ya fallecido, José María Navasal, quien, frente a las cámaras de canal 13, dice “a mi no me gusta dar pronósticos, pero esta noche me atrevo a hacerlo. Mañana con seguridad los franceses elegirán a Valery Giscard D’Estaing”. Al sábado siguiente, debió disculparse, porque el triunfador fue Francois Miterrand.
La segunda vuelta chilena tiene, sin duda, ese exquisito sabor a incertidumbre. Resulta difícil apostar sobre quién destapará las botellas de champagne la noche del 15 de enero, porque en política nunca dos más dos son cuatro.
Esta campaña es corta en el tiempo, pero ambos comandos la sentirán mucho más larga. Deben evaluar diariamente para definir los pasos que darán los candidatos. Así, la primera semana favoreció a Piñera, esta segunda huele más a empate, aunque los resultados de la PSU, donde se profundizan aún más las diferencias entre la educación privada y la pública, pudieran afectar negativamente más a Michelle Bachelet.
Lo curioso pareciera ser que esta elección no se definirá por el candidato que tenga más aciertos durante la campaña, sino por el que cometa menos errores. Es que la primera semana fue negra para la candidata de la Concertación. Sin embargo, Sebastián Piñera tampoco supo capitalizar suficientemente bien los errores de su contrincante.
Después de los abrazos del 1 de enero de 2006, vendrá la artillería pesada entre ambos contendores. La infantería ya salió este sábado 17 con un puerta a puerta.
Entonces, la incertidumbre la tendremos instalada hasta el mismo domingo 15 de enero, cuando los electores chilenos, en la soledad de la cámara secreta, deban decidir entre la continuidad de la Concertación o apostar a un cambio representado por la Alianza.
Finalmente, ¡atención señores candidatos! Un dato: la clase media es la que definirá esta elección.