A PROPOSITO DEL "11"Cuando se acerca el 11 de septiembre, las imágenes nuevamente se suceden en mi mente de lo ocurrido en 1973, en años anteriores y también posteriores.
Recuerdo que en 1970 me llevaron a una concentración de Radomiro Tomic en Valparaíso y lo vi que levantaba una pala, entregada por un trabajador. Y al poco tiempo, nuevamente la misma imagen, esta vez en la Plaza Chacabuco.
Recuerdo que estaba en Quinto Básico en el Colegio Charles Dickens y un profesor nos dijo que nos levántaramos de acuerdo a cómo iban a votar a nuestros papás. Así se levantaron los que estaban por Jorge Alessandri, Radomiro Tomic y Salvador Allende.
Recuerdo que acompañé a mis padres, el 4 de septiembre, a Melipilla, porque ellos estaban inscritos en los Registros Electorales.Allá, en Melipilla, nos quedamos en la casa de unos amigos de mis papás, que eran Allendistas y celebraron el triunfo del "Compañero Allende", mientras mi mamá, proféticamente, dijo que después "íbamos a llorar".
Recuerdo Canal 13, con los reportajes de Claudio Sánchez, Julio López Blanco y Hernán Olguín, que mostraban el paro de los camioneros, las tanquetas de Carabineros en la Panamericana Sur.
Recuerdo haber despertado ese 11 de septiembre con el anuncio de un Golpe Militar y que ese día, obviamente, no podría ir a Liceo de Aplicación, donde cursaba Octavo Básico.Pensé, en ese instante, que ya no podría participar en política al año siguiente a través de las FESES.
Recuerdo haber escuchado a Allende hablar por radio.Recuerdo los bandos militares.
Recuerdo los aviones Hawker Hunter que pasaban sobre mi casa, cuando atacaban La Moneda.
Recuerdo haberme subido al techo de mi casa y ver a la mayoría de las casas con banderas chilenas.
Recuerdo las imágenes de la Junta, especial al general Leigh cuando habló del "marxista" y que se debía "extirpar hasta las últimas consecuencias".
Recuerdo las imágenes de las armas que mostró un milico en la casa de Allende en Tomás Moro.
Recuerdo que el 12 de septiembre fue toque de queda todo el día.
Recuerdo que, cuando volvimos a clases, con unos compañeros fuimos a ver cómo quedó La Moneda y mirarla destruida, con las astas de las banderas agujereadas por las balas disparadas.
Recuerdo que a unos de los amigos de mis papás en Melipilla los detuvieron y los llevaron a Tejas Verdes.
Recuerdo que en 1974, Eduardo Frei Montalva llegaba, alrededor de las 14 horas, en su Mercedes azul, frente a la casa de la playa en Santo Domingo, se bajaba del vehículo y se iba a la playa a nadar para, a los pocos minutos volver a su auto e irse del lugar.
Siempre me llamó la atención, para esa época, que nunca vi que nadie lo vigilara.
Recuerdo que mi papá lo saludaba y siempre Frei le preguntaba "¿Cómo estás tu?".
Recuerdo que las clases ya no comenzaba a finales de marzo, sino que a principios de mes y las vacaciones eran más cortas.
Recuerdo que, a fines del'74, ingresé al Centro Pastoral Juvenil, de la Congregación de los Sagrados Corazones.
Recuerdo que comencé a conocer los horrores de la dictadura, de la existencia de la DINA.
Recuerdo que leía el Boletín de la Vicaría de la Solidaridad y me enteraba de los detenidos desaparecidos, de los chilenos torturados, de las ollas comunes.
Recuerdo que convertí al Cardenal Raúl Silva Henríquez en mi ídolo.
Recuerdo a Cristián Precht Bañados, cuando era Vicario de la Solidaridad, hablar de Cristo en forma humana y real, de lo ridículo que era decir que había nacido en un "pesebre", cuando en realidad era una establo y lo que ello significaba, convivir con el olor a bosta de vaca.
Recuerdo que ayudábamos a un Jardín Infantil, que años después me di cuenta que estaba en la población La Victoria.
Recuerdo ese día que estábamos en una Iglesia de los Franciscanos en Recoleta, esperando que entregaran los restos de los detenidos desaparecidos en Lonquén y sentir el dolor y la impotencia de sus familias, cuando se enteraron que las osamentas las llevaron a una fosa común.
Recuerdo que un amigo me llevó a una Peña Folclórica en Teatinos.Recuerdo al payasito triste llamado "Tilusa" y su muñeca Alejandrina.Recuerdo los cassettes pirateados de Sui Generis y Silvio Rodríguez.
Recuerdo que organicé la peña "Nuestras manos, una canción" en el CPJ para juntar juguetes, los que entregamos a los niños del jardín en La Victoria.
Son muchos recuerdos. Y también era muchos los sueños para cuando se terminara la Dictadura.
Ahí podríamos cambiar el mundo. En Chile se terminarían los pobres.
Todo íbamos a tener un espacio para desarrollarnos y decir los que pensábamos, sin miedo.
Los sindicatos volverían a ser lo que fueron. Los trabajadores serían respetados.
Tendríamos por fin un Chile justo, donde no faltara el pan en la mesa de cada uno de sus hogares.
Hoy, siento nostalgia.